Zapata 21
• Debería asistir
Octavio Augusto Navarrete Gorjón
I
El gobernador Zeferino Torreblanca anunció que valoraba la invitación a la ceremonia de toma de posesión de Ángel Aguirre Rivero. (Observe el lector las frases largas y cacofónicas a que obliga el protocolo. A usted le consta que el de la pluma prefiere escribir Felipe Calderòn, Zeferino Torreblanca o Manuel Añorve; no “el señor doctor” o “el señor gobernador” y luego los nombres. Un artículo mío, sin protocolo debería tener por primera frase una corta pero gruesa, como ésta: “Zeferino Torreblanca amaga con no asistir a la toma de posesión de Ángel Aguirre”; o incluso más corta, si tuviera confirmada la información: “Torreblanca no asistirá a la asunción de Aguirre”.
La primera frase es de mucha importancia en un ensayo político. Como se trata de materiales largos (entre el artículo y el libro, dice la definición) uno tiene que esforzarse desde el principio. La primera frase debe ser un resumen o un desafío al lector (de preferencia que no lleve adverbios, esa parte de la oración tan ornamental y redundante). Pero entonces ¿Con qué se arropa una frase que aparte de directa y clara debe ser bella? Con adjetivos, que para eso se inventaron; pero nunca con adverbios. Naturalmente (je je je).
Con la primera frase el lector y el de la pluma firman un contrato; dice su cláusula principal que el que escribe debe redactarlo bien; en la segunda el lector se compromete a llegar hasta el final del ensayo, así sea éste como la cuaresma (largo y sin carne, sin substancia). En suma, si se comienza con una buena frase el lector queda atrapado y no puede abandonar a medias la lectura. Para el de la pluma es un asunto hasta existencial; si la primera frase resulta buena, le quito a usted algunos minutos de su vida. No es cualquier cosa; es como si comenzara a decapitarlo.
II
Después de esta larga disquisición literaria, regresemos al tema. El gobernador Zeferino Torreblanca no quiere asistir a la toma de posesión de Ángel Aguirre (creo que quedaría mejor si le quitamos las palabras “el gobernador”, pero donde manda protocolo no gobierna zaragate).
Debería asistir (dice también la norma que en alguna parte del ensayo debe ir el título. El asunto se resuelve escribiendo primero el material y extrayéndolo de él).
En sentido estricto, el primero de abril no es “la toma del poder”. Mucho antes de la ceremonia oficial el poder se va deslizando poco a poco de sus sedes formales a los lugares reales donde se ejerce. Se refleja en el número de llamadas a celulares, en los que se desconectan y ya no tienen amigos, cuando antes llamaban por cualquier pretexto: para comentar un escrito, para ‘sugerir’ un tema. Se advierte en la cauda de oportunistas con el currículum sobaqueado, en los articulistas que calumniaban y hoy dicen que “es el hombre que Guerrero necesita”, en los locutores que cambian de chaqueta y en la fila de lambiscones que van siguiendo al que ganó; oliendo el poder, saboreándolo aunque sea de lejos, tratando de asirlo para comer con manteca.
III
Con su posición, Zeferino Torreblanca sólo está respondiendo al desdén que a lo largo de cuatro años tuvo Ángel Aguirre con el poder estatal. En una gira de trabajo a la que fui invitado hace dos años, le pregunté a alguien muy cercano al gobernador por qué no invitaban a Ángel Aguirre; “es senador de la República – les dije – tiene derecho a estar en este tipo de eventos”. Me contestaron que siempre le enviaban invitaciones y nunca asistía. Sentí que me estaban mintiendo y pregunté en la oficina del senador; me confirmaron la información: “el senador piensa que no es el momento de estar cerca del gobernador Torreblanca, llegan las invitaciones, pero no se atienden”
¿Qué era lo que estaba ocurriendo? Que Ángel Aguirre quería ser candidato del PRI a la gubernatura. No le interesaba el contacto con el gobernador ni con la izquierda porque se preparaba para realizar una crítica acerva a quien gobernaba y a su partido. El resto de la historia el lector la conoce: no fue candidato de su partido sino ¡Del partido del gobernador que se preparaba para enfrentar!. Esa es la historia detrás de la idea de no asistir a la toma de protesta. Una historia típica de políticos mexicanos: desdén con desdén se paga.
IV
No es la toma del poder porque tampoco es un golpe de Estado o la culminación de una revolución triunfante. ¿De qué se trata entonces? Se trata de la TRANSMISIÓN formal del gobierno; de la entrega de estafeta para un objetivo común: el desarrollo de una parte del territorio nacional que se llama Guerrero. Subrayo esta última larga frase: la asunción de un nuevo gobierno estatal es uno de los pocos actos formales donde se resume nuestro estatuto jurídico como nación.
Recordemos que somos una federación de estados libres y soberanos; en el cambio de gobierno se ratifica el pacto federal, mediante el cual estados y municipios ceden atribuciones a la administración central del país (y no al revés, como lo interpretan muchos que no saben). Varios amigos cercanos al gobernador Torreblanca me han dicho que el acto es protocolario, que el gobernador saliente sólo es un invitado de piedra. Es cierto, pero ese acto protocolario conserva elementos fundacionales de la democracia; el federalismo es uno de ellos, pero no el único.
En todo protocolo subyace un significado. En el caso que nos ocupa, en el acto de toma de posesión se resume el pacto federal, con la presencia del Congreso del Estado, del poder judicial, de todos los presidentes municipales y del representante del gobierno federal, que en el caso de Guerrero, no tengo duda que será personalmente Felipe Calderón el que asista y aproveche para enviar uno o dos mensajes importantes a la nación.
La entrega-recepción de un gobierno ratifica la VIA PACÍFICA de cambio de titular del Ejecutivo estatal, reivindica la vía democrática como método de solución de disyuntivas políticas, le cierra el paso a la violencia ideológica y a la de las bandas, es un mensaje de estabilidad para inversionistas y le dice a la sociedad toda que tenemos políticos civilizados que conviven en armonía y que en paz y cordialidad entregan y reciben el poder.
Apunto un hecho de coyuntura, no estructural ni protocolario. Con la persona de Ángel Aguirre estará el político más votado en la historia del estado de Guerrero; si además está el gobernador saliente ESTARAN LOS DOS POLÍTICOS MÁS VOTADOS. Es decir, en un estado caracterizado por sus procesos electorales violentos, originados por la resistencia de los caciques al cambio, dos generaciones de ciudadanos acudieron a la urna para derrotar a los violentos. Eso, que dentro de dos décadas estará en los libros de texto, es un hito importante en la historia de Guerrero.
Eso – y algunas otras cosas más – significa la ceremonia oficial de transmisión de poderes. Es cierto que es un acto protocolario, pero bajo el manto espeso del protocolo subyacen profundos significados políticos e ideológicos. Es como la persignada para los católicos: lo hacemos con la derecha y con esa misma mano escribimos, botamos la pelota de básquet, partimos el coco, saludamos y cambiamos la velocidad del auto; pero los que profesamos la fe, sabemos que persignarse es algo muy distinto a rascarse las nalgas.
V
Debería asistir (repito el título para que no se me olvide). Agrego consideraciones políticas de coyuntura. El gobernador saliente ha dicho que se retirará a la vida privada. Tiene derecho, pero muchos de sus partidarios se quedarán en la arena política. El gobierno de Zeferino Torreblanca tiene prendas grandes en materia de desarrollo, de orden administrativo, de progreso institucional y de progreso político (¿Nos hemos dado cuenta que fuera del cobarde atentado contra Sánchez Nava, el pasado proceso electoral es el menos violento en la historia del estado?).
Agrego una última consideración. Con la anunciada afiliación de Ángel Aguirre al PRD, la política en Guerrero vuelve a ser unánimemente la de los miembros de la partidocracia. Todo el poder queda en los partidos, nada hay afuera de ellos. Cada día que pase después del primero de abril, muchos guerrerenses recordarán que hubo una vez un ciudadano sin partido que se animó a participar en política, que en el camino se encontró al PRD, cuando éste no tenía ni regidores, ni diputados, ni registro. El primer encuentro público de Zeferino Torreblanca con aquella organización fue cuando recibió en la COPARMEX a tres docenas de perredistas ensangrentados por la represión. Eso, que a muchos perredistas se les ha olvidado (incluso a los que hoy son radicales y en ese tiempo eran peones de estribo de los gobernantes) va a subsistir en la memoria histórica de los guerrerenses; sobre todo de los acapulqueños. Si aparte de ese recuerdo continúa el desequilibrio financiero en Acapulco y el uso faccioso del poder en todas partes, dentro de un año, los acapulqueños clamarán por el regreso de Zeferino Torreblanca a la política.
Por último hay que recordar que Ángel Aguirre ganó la gubernatura porque “el candidato que quedó en segundo lugar” (así dicen algunos para no decir lo que es cierto: el candidato al que le han dado la peor madriza en la historia de Guerrero) no tuvo de dónde asirse para criticar al gobernante en turno. No digo que el gobierno de Torreblanca haya sido perfecto, no hay gobierno perfecto; pero lo cierto es que no tuvo flancos débiles para someterlo a ataques; cosa que no ocurrió con el endeudamiento acapulqueño, el paso elevado y todos los temas que se quisieron meter a una campaña errática y diseñada desde un principio para perder. Sin saber mucho de economía, la gente decía en la calle: Añorve perdió las calificaciones que le dejó Zeferino y triplicó la deuda. Eso fue una gran palanca para batir en su propio municipio al candidato del PRI. No lo comparaban con Aguirre ni con Félix Salgado, comparaban su administración con el gobierno de Torreblanca. Esto es, el gobierno municipal y estatal de Zeferino jugó a favor de Aguirre, independientemente de que ellos no se hayan juntado en toda la coyuntura.
Por todo eso, Zeferino Torreblanca debe entregar el poder formal con la dignidad que merece. Hay varios que antier estiraban la mano para pedir sus favores y hoy le muerden los calcetines. Siempre los ha habido y los seguirá habiendo; pero Ángel Aguirre, que es un político maduro debería garantizar una ceremonia austera, decorosa y con la dignidad que representa el acto que ratifica nuestro hermoso pacto federal.
CORREO CHUAN
Mi gran amigo Martín Hernández dice que lo mío es bella poesía pero que mejor ni escriba para aprobar que sea un militar el que dirija la secretaría de seguridad pública. El gobernador electo ya corrigió; el de la pluma sigue pensando que necesitamos uno que venga de la milicia, que de preferencia no sea guerrerense (ya lo dije: para que su familia se mantenga lejos de cosas feas y para que si se lo carga la chingada no tengamos que llorar a otro paisano). Por su parte doña Patricia Segovia dice que hay algunos presuntos colaboradores de Ángel Aguirre que están babeando por la venganza. Yo también los veo Patichú, pero no creo que el nuevo régimen se deje llevar por la venganza o que compre los eternos pleitos de la izquierda.
El correo chuan trae noticias tristes y retrasadas. Murió don Pedro Hernández en Coyuca de Benítez; padre de Alfredo Hernández, paisano que por el PRI busca la presidencia municipal. A don Pedro lo recuerdo como gran amigo de mi madre, yerno de don Guillermo Bravo, vecino de siempre gratos recuerdos. Un abrazo a toda su familia.
Dice también el chuan que un ensayo debe comenzar con una frase sonora, bella y bien construida, que su título debe extraerse del contenido y que debe terminar como Dios hizo a Toribio: a pedos y sombrerazos.
E-mail: correochuan@hotmail.com
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